La ley de paridad
Imagen de Pepe Medina para Público.es
Hoy en día parece que algunas cosas cambian: Los ganadores de la 2ª Guerra Mundial también conocidos como miembros de la ONU dirimen sobre el medio ambiente, se han legalizado los partidos comunistas, aún cayendo en el olvido, se hacen reuniones mundiales para pensar sobre qué pensar sobre lo que piensan que se debería hacer, si eso, para acabar con el hambre mundial, y, por qué no, se intenta desinfectar a occidente de una de sus múntiples manchas, el machismo.
La mujer ha sufrido la discriminación desde que tenemos historia e incluso antes, pero ahora en nuestra querida Europa democrática y libre se están tomando medidas para que esto ya no sea así. Eso está muy bien, pero parece ser que nuestros queridos salvapatrias del PSOE no interpretan muy bien aquello de la ’’igualdad de oportunidades’’.
No quiero parecer machista, ni mucho menos, sé que las mujeres así como cualquier ser humano debe (o debería) tener las mismas oportunidades de llevar sus ideas, sus sueños, sus ambiciones a cabo, participando en una sociedad justa e igual que mira por el bien común, y que alcanza el máximo desarrollo de todos y para todos; y seguro que esta verborrea te la suelta también Zapatero, pero he de decir que discrepo en una de las medidas que están llevando a cabo para conseguirlo: la ley de paridad.
Esta medida aprobada con la ley de Igualdad recientemente por el PSOE es la que obliga a que haya la misma cantidad de diputados hombres y mujeres en el Congreso de los Diputados. En principio puede parecer bien ¿no? para que no se forme una oligarquía masculina, pero al pensar eso estamos siendo sexistas también, en lo que se llama la discriminación positiva.
Antes, en el impune reino del machismo podía suceder lo siguiente: Supongamos que un partido político conseguía tras unas elecciones generales doce escaños que hay que ocupar con doce diputados, pues podía darse el caso de que sin que nadie lo sancionara, dos diputados entre el puesto doce y trece fuesen un hombre y una mujer y que se le diera el escaño al hombre aún teniendo mejores aptitudes políticas la mujer. Eso es una injusticia.
Ahora, lo que puede suceder es lo siguiente: El mismo partido político gana doce diputados tras otras elecciones generales, y resulta que en el puesto doce y trece hay un hombre y una mujer, si la mujer tiene mejores aptitudes políticas que el hombre pues se la selecciona, eso es normal, pero ¿qué pasa si tiene mejores aptitudes políticas el hombre? pues quecon esta ley ha de tenerse igual número de hombres y mujeres, y si falta una mujer, pues le darían prioridad a ella aún si tuviera peores aptitudes, eso también es injusto.
En conclusión, no me parece bien esta medida porque para llevar a cabo la igualdad de oportunidades no hay que mirar en, en este casdo, si el diputado mea de pie o sentado, sino en si es un buen político o no, y si resulta que la mayoría de los diputados buenos son mujeres pues que haya más mujeres, y viceversa. Lo que sí habría que hacer es una ley de igualdad que se preocupase por que al elegir cada partido su lista de diputados los eliga conforme la experiencia y aptitud, y así en todos los sectores, desde el primario al terciario.
¡Salud!
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