El Trío del Mal tras el Holocausto
artículo nº 40
(Prefacio o breve introducción al libro)
Me gusta escribir. Es un ejercicio mental que con práctica, la cual incluye leer a otroxs, vas dominando más y más, gustándote en proporción. Además te sientes libre, creador, cual dios creando su mundo de juego. Eso sí, nada se crea, y la libertad literaria hay que contrastarla con una buena dosis de humildad, conocimiento y un esquema estructural de lo que vas a contar. Lo sé por experiencia, ya he tendio don intentonas de libro, la primera fracasada en la página 40 y la segunda una primera parte de 72 que desespera la segunda.
Esta historia promete más continuismo, más que nada porque está sustentada sobre tres mentes enagenadas, y eso siempre promete.
El tema, fruto del tradicional gusto de la juventud por la fantasía, la ciencia ficción, y en gran grado la violencia, mezclado con altas dosis de thrash metal, se podría encasillar en el humor, aunque con toques de emoción y aventura, procurando que sea una lectura entretenida y divertida, que le permita soñar al lector.
Para hacer una breve idea, trata de tres adolescentes, Txus, Samanta (que es un tio), y Don, basados de alguna manera un poco creída y arrogante pero divertida en un un Darío haciendo de Don, Mikel haciendo de Samanta (él eligió el nombre, a mí no me miréis), y un servidor haciendo de Txus. Estos chavales, habituales porretas despreocupados, van a casa de Txus a pegarse una fumada, y, estando allí, sucede un extraño holocausto que arrasa la humanidad sin saber hasta qué grado, pero deja todo deshabitado. Éstos, que fumaron una hierba tratada genéticamente, están ahora solos en un mundo de anarquía, diversión, misterio y peligro, en el que, al borde de la locura y sin la única compañía que ellos mismos y unas sorprendentes dosis de optimismo, les van sucediendo situaciones de lo más inóspitas.
Bueno, espero haberme explicado bien, ya tengo el prólogo y dos capítulos, los cuales iré subiendo esperanfdo crear un grupo de adeptos a esta historia, que iremos desarrollando entre juergas.
Y sin más dilaciones, aquí os dejo la primera tajada, disfrutadla como la disfruto yo escribiéndola.
PRÓLOGO
-Tío, esa hierba es la mejor que vayas a probar en mucho tiempo.
-Buah calla, calla que vaya ganas.
-¿Y las pizzas? Ah, ya las veo...¡tío te dije que la mía de barbacoa!
-Joder llevamos comprando la pizza de barbacoa dos meses, una de cuatro quesos es la buena.
-No sé, es que la de barbacoa está todo buena. En fin, qué más da, vamos a apurar que este empieza la fumada sin nosotros.
La tarde comienza apacible en la tranquila ciudad de Gijón. El bullicio habitual de la urbe se ve interrumpido por la vagancia de sobremesa. El sol pega fuerte y Don y Samanta se disponen a hacer una de las múltiples fumadas que suelen hacer junto con Txus, hoy en casa de este último. Pero esta fumada no va a ser como las demás, no sólo porque ahora, a meidados de septiembre y con las clases a la vuelta de la esquina, esta sea la última del verano, sino porque se va a celebrar con una maría especial, casi única.
-Hey ya estáis aquí, venga pasad que ya lo tengo todo preparao, ya veréis que buena la maría de Milly.
-¿Quién? –preguntó Don.
-Milly tío, el vecino mío de 25 años que si padre es químico y tiene hasta su pequeño laboratorio en casa, que por eso te dije que pasa de todo.
-No que quién te preguntó –interrumpió Don rompiendo en carcajadas.
-Cabrón me la colaste jaja.
Una vez reunidos entraron en la habitación de Txus, quien cogió una caja de zapatos y la puso sobre su regazo.
-Tíos –dijo con los ojos brillantes-, esta maría está tratada genéticamente para ser más efectiva, tiene un alto contenido en THC así como otras sustancias que dan el mismo efecto, nada chungo no os preocupéis. Es tan especial que se cultiva de distinta manera y se recolecta ahora a finales de verano. No hay polen que la iguale, y la única forma de conseguirla de un modo asequible es plantándola tú mismo...
-Ala que sí pesao, hazte un peta que va a llegar tu madre tanta cháchara –dijo Samanta.
-Vale, pero líalo tú que no soy muy bueno ya lo sabes.
-Yo he traído liadora –añadió Don.
La tarde transcurrió amena con el trío del mal, una vez que hicieron hambre engullieron ávidamente las pizzas de cuatro quesos y vieron películas de chiste fácil e historias de morao.
-¿Mmm?... ... ... ¡hostia tío que nos hemos quedado dormidos! –se sobresaltó Txus que guiñaba los ojos ante el penetrante sol que entraba por la ventana de la sala.
Don y Samanta se despetaron perezosamente.
-¡Joder que va a llegar mi madre, ayudadme a recoger!
-Pero... ¿qué hora es? –dijo Don de la que miraba el reloj de la pared, pero éste estaba parado.
-Que raro –dijo Samanta mirando su reloj de aguja-, o este reloj está mal o son las 9:47 de la mañana del... ¿18 de septiembre de 2008?.
-No puede ser, cómo van a haber pasado tres días –dijo extrañado Txus, sacó su movil y este mostraba que, efectivamente habían pasado tres días-. Pero... ¿y mi madre? Esto es muy raro tío.
-Eso es que esa mierda es tan buena que nos ha dejado groguis tres días –dijo Don.
-Sí y mi madre la probó al llegar del curro y se fue de fiesta ¿no te jode? –interrumpió Txus-. Bueno, lo primero es limpiar.
Los tres limpiaron los deshechos de la fumada y salieron de casa para averiguar lo ocurrido, pero al abrirse el ascensor sus caras se deformaron de golpe ante la escena que divisaban.
-¡Joder!
-¡Una muerta! ¡tío e... esa señora está muerta!
-Pe... pero si es mi vecina del quinto.
La mujer yacía en el ascensor con la compra esparcida por todo el suelo pero sin ningún indicio de herida o sangre. Los tres horrorizados llamaron a la puerta de los vecinos por miedo de que un asesino anduviese suelto por le edificio, pero éstos no acudían ni a las patadas en la puerta, por lo que decidieron salir escopetados a la calle con el corazón en el puño. Al llegar a la calle se asustaron todavía más, cuando no se quedaron perplejos, y es que por toda la vía había muertos desperdigados, vestidos todos con sus ropas del día a día, algún que otro perro aullando al lado de su dueño, y algunos incluso metidos en su coche desviado de la carretera.
-¡Están todos muertos! –gritó Txus histérico.
Un montón de ideas asolaron como guerreros una fortaleza la cabeza de nuestros protagonistas, que se movieron como animales salvajes de un lado a otro mirando por doquier, jadeantes e hiperactivos, atechándose cuando pensaban que aquello era obra de francotiradores, saliendo a fuera cuando pensaban que era obra de algún asesino del edificio... hasta que decidieron salir corriendo hasta el final de la calle, y en la que cruza vieron más de lo mismo, más muertos y cohes y autobuses parados.
-Igual no están muertos –dijo Txus, que se acercó a un ciclista y le tomó el pulso, el cual era nulo.
Una vez confirmado aquello se dirigieron al centro corriendo y esquivando cadáveres con la esperanza de encontrar a alguien, pero una vez llegaron no encontraron nada más que muchos más muertos, que con ese implacable sol empezaban a despedir un aroma desagradable.
Las ideas primarias de supervivencia dejaron paso a las de preservación del grupo.
-Yo voy a mi casa, tengo que saber dónde está mi madre... ¡joder nadie contesta al móvil! –dijo Samanta que, como era el que más cerca vivía del centro fue acompañado por los demás.
Una vez llegaron a su casa entre calles vacías de muerte la escena no fue muy distinta, la madre de Samanta yacía en la cocina con un montón de trozos de verdura esparcidos por el suelo y una enorme nube de vapor que salía de una pota quemada en el fuego de la vitrocerámica. Samanta horrorizado por la confirmación de sus sospechas rompió a llorar, desesperando a los otros dos, que esperaban la misma suerte para ellos.
-No... no hay nadie más en la casa –dijo Txus entre sollozos-, nosotros nos vamos, no te vayas, luego nos veremos.
Samanta, ido, ni siquiera escuchó, ahora serio y pálido como la nieve.
Txus y Don fueron a casa de este último a toda prisa, con ganas de llegar cuanto antes pero a la vez con un miedo horrible a llegar realente.
Al llegar a la puerta de casa, Don, asustado, apoyó la orjea en la puerta antes de abrirla, y oyó el sonido de voces, así que con una nerviosa sonrisa en la boca abrió de golpe y corrió hacia las voces, para averiguar que sus padres, rectos en el sofa, presenciaban su muerte acompañados de la televisión que mostraba una vieja gorda echando las cartas con un número de teléfono en la base. Al comprender esto, Don desesperó y gritó roto por dentro.
Txus estaba desolado, sabía cuál sería su suerte, sabía lo que iba a pasar; aún así albergó algo de esperanza al aceptar Samanta en llevarle en moto hasta la oficina de su madre, fuera de la ciudad. El viaje, que debería haber durado una media hora se hizo largo e insoportable por los innumerables coches que cortaban las carreteras, y la angustia del momento se veía aliviada por la intriga de saber hasta dónde llegaba esa extraña catástrofe. Desgraciadamente, llegaba hasta la oficina de su madre.
Volvieron desalentados, confusos, cansados y mareados. Volvieron sin saber a dónde llegarían, sin decir nada, sin nada que decir y mucho que preguntar.
-Esto es una pesadilla –se repetía una y otra vez Txus-, no puede ser, es una pesadilla... ¡Samanta despiértame! –y rompía a llorar, así una y otra vez.
Cuando llegaron a Gijón tomaron la determinación de enterrar a sus seres queridos, y ese fue su propósito durante todo el soleado día, robar, si todavía se le podía llamar así, ataúdes del tanatorio, proveerse de palas y enterarlos en un bonito merendero entre pinos a la altura de Deva, atrás de la ciudad.
Ya no sentían miedo, no sentían nada, no eran conscientes de lo que estaba sucediendo, así que cada uno se fue por su lado.
Txus decidió irse a Madrid, lo hizo en motocicleta, la cual cada vez dominaba mejor, pero el camino no auguraba una buena llegada, con muertos por todos lados y las carreteras mudas. Cuando llegó, la escena era más terrorífica si es posible. La Gran Vía y otras calles estaban intransitables por un montón de coches parados, y los lobos campaban a sus anchas cuales niños en un kiosko. Dio una vuelta por la ciudad y decidió volver, sin ningún propósito claro.
Samanta también decidió hacer algo, y esto fue, ir a su ciudad natal, Iruña, a probar suerte con sus familiares y amigos, pero el camino le adelantó, como a Txus, la suerte que iba a correr. Desalentado también, tras unas semanas viviendo ahí, decidió volver a Gijón.
En cuanto a Don, estaba tan desolado que no tenía ningún objetivo concreto, y se refugió tanto en su sufrimiento que acabó por volverse loco. Sólo salía de casa para coger víveres del supermercado, y su estado de ánimo era similar al de un zombie que calla su sufrimiento.
De este ánimo vagaban nuestros portagonistas por las principales calles de Gijón, oyendo el silencio, el viento silbante entre los coches desalineados y la soledad. Pero ya no estarían solos ni un segundo más, llebaban un mes solos y ya no volvería a pasar, y es que los tres tomaron la misma determinación de unirse a la multitud en su sueño colectivo, y los tres habían decidido hacerlo el mismo día y en el mismo lugar, siendo éste el parque Isabel La Católica donde tantas veces habían pasado buenos momentos, provistos de bebida y porros... pero ahora era distinto, lo que en sus manos llevaban no eran bolsas de supermercado con estos manjares sino un bote de pastillas que les dormiría para siempre.
-Ha llegado mi fin. No lo esperaba así ni ahora, pero yo no lo he elegido ¡joder! –musitó Txus, y en un arrebato de ira contenida sacó un generoso puñado de pastillas relajantes y se las intridujo en la boca.
-¿Txus? ¡Txus! ¡Eres tú! ¡joder cuánto tiempo tío no me lo creo! –una voz familiar interrumpió el viaje, Txus miró y vio a Samanta, sucio, depeinado y con el rostro congestionado, frente a él, ahora con una sonrisa de oreja a oreja- ¿Qué haces aquí?
-Pues... –giró la cabeza y escupió las pastillas. Dar un paseo jeje que está el día bonito pa salir.
Samanta sonrió pero se dio la vuelta de súbito asustado, algo le había atacado por la espalda, y el atacante no era otro que Don, que aparecía con unas enormes ojeras y envuelto en una tosca barba de adolescente.
-¡Joder eres tú! ¿Qué tal Don, cómo estás?, ¿has quedado aquí con Txus?
-No que va, yo venía a suicidarme, ¿veis? –dijo con toda la tranquilidad del mundo mostrando un bote de pastillas. Samanta bajó la cabeza desalentado y se sentó en el banco en el que tantas risas se habían echado en el pasado- ¿Qué pasa?
Samanta metió la mano en el bolsillo de sus roídos pantalones y sacó otro bote de pastillas.
Txus mostró el suyo, sorprendido por la coincidencia, el silencio se hizo, un silencio incómodo, pero él estaba tan alegre de ver a sus amigos tras tanto tiempo solo que lo único que se le ocurrió decir es: -Vaya, siempre soy el que llega tarde a los sitios pero pa matarme tenía prisa ¿eh?
Los tres rieron. Y esa mierda de gracia despertó en ellos una sensación que habían olvidado, y fue tan intensa que Samanta estrelló con todas sus fuerzas el bote de pastillas contra el suelo, rompiendo éste en mil pedazos.
-¡Que esto no vuelva a suceder, tenemos que estar unidos, y vamos a salir delante de esta mierda!
Don y Txus sonrieron, la idea era excitante, y les dio una vitalidad que habían perdido hace ya mucho.
PD: Se aceptan sugerencias. Con este artículo empiezo el tema que lleva el mismo nombre.
6 comentarios
Ivor -
CoLoMBo -
jesuseschachi -
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Jesus -
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Ivor -
Ender -