El Trío del Mal tras el Holocausto #6
Nuestros amigos dejan el viejo continente en busca de nuesvas aventuras con el pretexto de salvar la Tierra. veamos qué tal les va.
Capítulo 6
Ya sobrevolaban Europa, a una altura no muy grande, por si se caína decían ellos, pero sobre todo para ver el impresionante paisaje. Nunca habían visto un continente entero desolado de esta manera desde al aire. Había carreteras cortadas por doquier, pueblos fantasma y miseria en cada rincón. Don y Samanta procuraban no pensar en ello, y charlaban plácidamente con éste último al mando del helicóptero. La cosa de momento parecía sencilla, ir en línea recta a una velocidad constante.
Txus estaba ensimismado mirando al vacío por al parte trasera de la nave que estaba abierta, y mientras miraba la tierra muerta no paraba de pensar en todo lo que había cambiado en este tiempo. Ellos pretendían ser los mismos, pero no eran ni de cerca esos tres fumetas despreocupados de entonces.
Físicamente no es que hubierna mejorado mucho. Los tres estaban más fuertes, y tenían más resistencia al frío, el hambre y largas caminatas, y dormir en el suelo era el pande cada día, pero la incrementada ingesta de drogas les estaba pasando factura.
A los tres se les iba mucho la olla, a veces se pegaban sinr azón e incluso llegaban a cabrearse, lo que les inducía a dorgarse más. Tenían un carácter muchi más extrovertido e impredecible, siempre a la defensiva de cualquier amenaza externa, algo que venía bien a veces pero que a menudo crispaba la situación.
Samanta llevaba el pelo hasta los hombros, y ropa al estilo de cualquier rockero de los ochenta, algo que no era muy difícil cuando no te piden tarjeta en als tiendas de ropa. Txus miraba más por la ropa de montaña, tenía el pelo relativamente corto y una capa de pelo a caballo entre barba y pelusilla cubriéndole la cara. Don estaba aficionado allevar ropa pintoresca, y lo mismo llevaba un smoking de dos mil euros como un mono de trabajo, llevaba la cabeza rapada y una barba que le hacía aprecer un moro, algo que no paraban de recordarle sus amigos. Visto así puede parecer que tampoco era tan malo, pero la calidad de vida había hecho estragos en ellos. Estaban siemrpe con ojeras, y Txus se había debilitado mucho con una bronquitis de tres semanas que casi le mata estando en Gijón, desde entonces era un maniático hipocondríaco que no salía al aire libre sin un gran chubasquero de montañista. Todo eso le rondaba por la cabeza, y también se había fijado en que no eran tan iguales como creía.
-Txus tío ya se ve la costa mira.
-¿A ver? ¡Hala que bonito!
-Hostia tú no nos hemos traído ningún dvd portátil ni nada pa ver pelis –advertió Don.
-Aiva es verdad –contestó Txus.
-Don cógeme los mandos un segundo porfa.
-¿Pa qué tío?
-Tú cógelos anda.
-¿Qué dices tío? Voy todo morao, seguro que nos matamos.
-No seas moñas hombre, qué es solo sostenerlos, si pasa algo ya vuelvo.
-Como quieras.
Pasaron unos minutos mientras Samanta revolvía entre unos trastos de atrás.
-Ei Txus mira esto –le dijo Don. De repente el helicóptero descendió verticalmente unos tres metros. Samanta resvaló y calló patéticamente sobre un montón de bolsas de patatas.
-¿Qué haces subnormal?
-¿A que se te pusieron los huevos de corbata? ¡Jajaja!
-Tú no hagas eso que a mí tampoco me mola –le reprochó Txus.
-Venga tíos no me seais carcas que sino el viaje se hace muy aburrido, encima de que no tenemos pelis pa ver.
Samanta se acercó y le dio una colleja.
-Mira, para esto me levanté chavalín- dijo sacando de una bolsa de deporte una play station 3.
-¡Coño una play de puta madre!
-¿Pero tienes tele?
-Vengo preparado chaval –respondió enseñando tambié una pequeña tele verde y un porta CDs con un montón de juegos y películas.
-¡Qué guapo! ¿De dónde lo has sacado?
-Se la cholé a uno de la comuna, total, nosotros nos la merecemos más, que para eso vamos a arriesgarnos la vida salvando el mundo de una segunda destrucción masiva que extinguiría definitivamente...
-Que sí que sí, venga ponla –interrumpió Don.
Conectaron los cables y enchufaron la tele a un generador eléctrico que siemrpe llevaban consigo. Sacaron el Teken 5 y echaron unas partidas, turnándose para pilotar el Hércules.
Así pasaron dos horas en las que no veían nada más quemar por todas partes.
-Según el GPS estamos en medio del Océano Atlántico, así que nada de estupideces que de aquí no nos salva ninguna comuna –advertió Txus que en ese momento le tocaba pilotar.
-Buah ¿te imaginas una comuna en medio del océano?
-Jaja sería la buena.
-La nueva Atlántida.
-¿No viene de ahí la cocacola?
-Eso es Atlanta.
-Calla, que me entra la sed. ¿Qué hay pa beber?
-Nos queda el agua, algo de fanta, nestea, cocacola...
-Y whiskey, ginebra, tequila, bacardí…
-A meca es verdad, toma Samanta, un regalito –le dijo Txus pasándole una botella polvorienta de pacharán.
-¿Todavia queda? Joder qué nostalgia.
-¿Te tira la tierra e?
-Coño y a mí –dijo Don-. Anda que no me tomaba ahora unos culinos de sidra.
-Joder eso sí que entraría bien, que pena que en Estados Unidos no haya de eso.
-Pues en la peli de la Nicole Kidman sobre la guerra de escisión... ¿cómo se llamaba?
-Cold Mountain o algo así creo.
-Pues ahí recuerdo una escena en la que la gachí les ofrece sidra a unos que estaban construyendo una casa.
-¿En serio?
-Bah, como al asturiana no hay ninguna, sino prueba la navarra, es agua ácida chaval.
-¿Cuánto queda de la Super White Widow? –preguntó Txus.
-Unos quince euros ¿por? Nos tiene que durar que es la mejor que llevamos.
-Por esto – respondió sonriente mostrando un CD en el que aparecía escrito Superfumados.
-¡A verla! Samanta saca el grinder que vamos a amenizarnos el viaje.
-¿Si no? Ahora que me toca pilotar a mí –dijo Don.
-Tranquilo que te guardamos algo, total, tú sólo la has visto trece veces ¿no?
-Bueno, eso resulta elocuente. ¡Hostia qué nubarrones!
-Pues ándate con cuidado y no vueles muy alto.
Pasaron las horas entre risas y colocones cuando la amenazante tormenta llegó a su apogeo sobre nuestros amigos. El cielo se oscureció y empezó a llover frenéticamente. A la media hora de intensa lluvia empezó a granizar de una forma salvaje unos pedrolos del tamaño de una pelota de pin pon, por lo que los tres se empezaron a acojonar.
-¡Mierda no! ¡No puede ser! –dijo Samanta que se puso al mando ya que era el más experto en pilotaje.
-¿Qué pasa?
-Debe de ser por la tomrenta, el GPS no va, mira.
La pantalla mostraba NO SIGNAL.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Bueno, la ruta está marcada, sólo tenemos que seguir en línea recta y encontraremos tierra.
-Si la tormenta no nos mata antes.
-¡No digas esas cosas tarugo que me pones nervioso!
Don y samanta empezaron a discutor hasta que se dieron cuenta de que Txus estaba dormido.
-¿Cómo puedes dormirte en un momento cómo este tarugo?
Txus levantó la mano y mostró un bote de somníferos.
-¿Pero qué haces loco?
-Esque cuando estoy... ah sí, morao, pues...
-Pues qué.
-Me emparanoio mucho y me entra el acojone... y paso tío... yo me hecho una siestecita y cuando llegemos a Nueva York me avisáis... a ver si vemos al del GTA V... que seguro que tiene hierba...
-Está delirando este zoquete.
-Bah tú déjalo que hay que estar concentraos.
El helicóptero zumbaba y se tambaleaba constantemente, y por culopa de las nubes nbo sabían si estaban en tierra o en mar, así que Samanta decidió descender a ver qué veían. Antes de percibir nada se toparon con una gran palmera que les dio de frente. El helicóptero empezó a pitar y una lucecita roja parpadeaba. Descendió y descendió, Samanta pudo divisar una playa, torció la nave hacia el mar y dijo:
-¡Salta!
-¿Cómo que salte?
No obtuvo respuesta, Samanta ya se había tirado. Don cogió Txus y lo tiró por la borda, luego se tiró él. El Hércules fue dando bruscos giros de 360º hasta que se desplomó a orillas de la playa ardiendo en cuestión de segundos. Los tres cayeron sobre el mar.
-¡Joder qué chapuzón!
-¿Y Txus? ¿Se ha muerto? –pregutnó Samanta.
-No, lo tiré, ¡míralo ahí!
Txus estaba a unos cuatro metros flotando boca abajo. Corrieron a salvarle y se arrastraron hacia la playa. Una vez allí vieron que no respiraba.
-¡No joder no!
-Mierda tú ¡hay que hacer algo!
-Hazle el boca a boca.
-Tú tienes más conocimientos de medicina no me jodas.
-Está bien.
Cuando se iba a acercar a hacerle el boca a boca Txus tosió y escupió un montón de agua en al cara de éste.
-¡Txus estás vivo!
-¡Joder qué mal sabe le agua salada tío!
-Dímelo a mí que me la has escupido toda.
-¿Dónde estamos?
-No lo sé, pero no parece una ciudad, está todo lleno de árboles tropicales.
-Igual es una isla desierta.
-Todo está desierto en este puto planeta.
-Bueno, tú ya me entinedes.
-¿Y qué pasó con nuestras cosas?
-Ahí están ardiendo.
-¡Joder pues ahí teníamos toda nuestra subsistencia! Dios putos somníferos, qué colocaod estoy.
-Vamos a dar una vuelta a ver qué vemos.
Anduvieron por la larga playa hasta que vieron que algo sobresalía de la arena.
-¿Qué será eso?
Lo desenterraron y vieron que era una amaca.
-Una amaca, si hay amacas hay hoteles, sigamos buscando.
No tuvieron que andar mucho pues al finalizar la playa vieron un gran edificio blanco. Sobre él, y en letras verdes con una palmerita había un letrero.
-Hotel Jamaica.
-¡Toma ya!
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