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Heterodoxo

El Trío del Mal tras el Holocausto #1

El Trío del Mal tras el Holocausto #1

LEE EL PRÓLOGO EN EL ANTERIOR ARTÍCULO, YA QUE ESTE ES EL PRIMER CAPÍTULO

 

Hola de nuevo incondicionales fans xd.

Antes de nada decir que tengo el Internet restringido de lunes a viernes para que no me lo meta por vena todos los días ne vez de estudiar, por lo que me parece bien. Así que los artículos los iré publicando cada fin de semana excepto algun caso puntual.

Bueno pues ala, ahí va el primer capítulo de esta historia tan bonita y delicada :D

Capítulo 1, primero o i mayúscula

 

-Bueno, lo primero es poner algo del imprescindible orden si queremos vivir aquí, así que vamos a dividirlo en varias partes ¿os parece? –a Samanta le brillaban los ojos de emoción, él nunca tuvo muy claro esto del suicidio, es más, ésta era la cuarta vez que venía a intentar en vano suicidarse, corroído por la soledad que le carcomía las ganas de vivir- Primera parte, sanidad; hay que limpiar las calles de cadáveres, ¿alguna sugerencia?
-Pues...
-Ah, ya sé, pillar una de esas excavadoras de obras y un camión de los que transportan tierra, el primero pa subirlos al camión y el segundo de coche funerario -sugirió Don.
-Bien, necesitamos gasolina y esos transportes entonces, ahora la pregunta es ¿dónde metemos a toda esta gente muerta?
-Podríamos meterla en un pabellón, en el palacio de los deportes sería la buena,  luego habría que bloquear las entradas para que no vayan animales salvajes, que ya he visto a alguno que otro por la ciudad –propuso Txus.
-A mí me parece bien.
-¿Y qué hacemos con los muertos que están en sus casas? –preguntó Don.
-Hombre, ese es mucho trabajo, yo creo que con sellar las puertas vale.
-Ya, pero pueden aparecer enfermedades –advirtió Samanta.
-Es verdad, mejor cada día vaciar un edificio o así hasta que se llene el camión, hasta que quede una buena zona libre de muertos.
-Será mejor, además este maldito olor parece que no se va a ir nunca.
-Ya, ya. Bueno, luego está la electricidad, la necesitaremos para refrigeración, escuchar música y tal.
-He visto un generador de energía en el cerro, creo que es por las fiestas de Cimadevilla –dijo Txus.
-Eso nos servirá, y si tenemos alguna duda pues vamos a la biblioteca y miramos en algún libro, que seguro que ahí hay de todo –dijo Samanta.
-¿Y qué haremos con las calles? digo yo que habrá que desbloquearlas del tráfico –preguntó Don.
-Ya lo tengo pensado, esa va a ser la parte más divertida del trabajo ya veréis.
Varios días después, tras haber vaciado ya un barrio entero de cadáveres, que se iban almacenando en el Palacio de los deportes, actualmente Fosa Común de la República Independiente de Gijón, como se les ocurrió llamar a la ciudad, se vistieron de los atuendos más estrafalarios que encontraron, para hacer gala del espectáculo, y, servidos Txus de un pesado camión de carga, Don de un furgón blindado y Samanta de un autobús urbano, dieron paso a la cuarta parte, la referente a liberar las calles.
-¡Joder tío como mola esto! –gritaba Txus por el walki-talkie que se habían agenciado en un bazar chino, en cuyo sótano había un montón de ellos putrefactos.
-Ya te digo, ¿has visto ese todoterreno que casi me hace volcar? –dijo Don a su vez, que despejaba como sus dos amigos las calles a golpe de furgón, esto es, a toda hostia calle abajo desviando los coches que se pongan en medio hacia la acera, lo que resultaba un tanto divertido.
Una vez acabaron las ropas que llevaban: Txus un smoking blanco de armani valorado en 2500€  con una pintada de spray negro sobre todo él que decía culo, Don unos pantalones de cuero de sex-shop con botas con tachuela de cowboy y acompañado de un gorro de plumas indias que llegaba hasta las rodillas, y Samanta con un chándal roñoso de marca Umbro decorado con collares de perlas y pulseras de diamantes a lo M.A., pues como iba diciendo, las ropas que llevaban quedaron un tanto estropeadas, así que las tiraron por ahí y se pasearon por el ya más limpio barrio en pelota picada, aunque el sol les pasó factura.
Al llegar la noche se fueron a su nueva casa, que era un hipermercado LIDL del barrio El Coto donde pusieron unas confortables camas y biende aparatos electrónicos y refrigeradores, con lo que tenían víveres y diversión para la noche.
Al día siguiente llevaron a cabo un duro día de trabajo que en el futuro les dará tanta recompensa que no les costó mucho hacer, esto es, plantar un prado de atrás del LIDL con marihuana de unas semillas que cogieron de una tienda de artículos de marihuana. Plantaron de varias y buenas marcas, pero tendrán que esperar seis meses para que dé sus frutos, por lo que a diario registran casas de porreros que conozcan para pillar maría, de momento se sirvieron con un bar donde había en el almacén unos 500 gramos de un polen de alta calidad.
Cuando, al cabo de unos meses, hubieron terminado de limpiar casi completamente las calles de cadáveres (siempre queda algún rincón, es más, les resulta sorprendente dónde se pueden encontrar a gente, como aquél día que vieron a uno caer de un árbol de la que pasaban), las energías de nuestros jóvenes protagonistas se centraron en armarla y hacer locuras extremas en la ciudad.
Lo primero que hicieron fue retirar todas las banderas que veían de los edificios y en el edificio del ayuntamiento poner una bandera blanca con la foto de los culos de Txus, Samanta y Don impresos y, tras colgarse Txus en arnés del tejado, pintar con pintura roja República Porrera Independiente de Fumatown, que era el actual nombre oficial de la antigua Gijón. Por lo demás, símbolos de hozes y martillos, culolandia nombre oficial a estilo de pintada antisistema, y símbolos de anarquía, adornaban el resto de la ciudad, sobre todo en iglesias, institutos y lugares oficiales.
Pasando a actos menos simbólicos pero más divertidos, un día que no sabían que hacer y se pillaron una buena cogorza, cogieron: Txus la oruga que usaron para almacenar cadáveres, Don una grúa de mudanzas que llegaba hasta un décimo piso de esas que han de cortar la carretera para usarla, y Samanta un camión de demolición que meneaba grácilmente una bola de nosecuantas toneladas, y empezaron a demoler los que ellos consideraban los edificios más feos de la R.P.I.F. (República Porrera Independiente de Fumatown) o ripif, entre ellos, el horrendo edificio del ALSA que en su día se le cayó un buen pedazo de techo con gente dentro, el edificio enorme al lado de la iglesia del Humedal, el cual hizo un atasco por la carretera inmenso, y edificios al azar que demolían a pito pito gorgorito al acabárseles la lista.
Al volver a casa se pegaron una buena fumada de polen, cenaron San jacobos y vieron un par de capítulos de Me Llamo Earl, con la tristeza en el fondo de que no habrá nuevas temporadas. Hay muchas más series se decian a sí mismos, le daban una calada al peta y se iban a dormir felicas, tras tanto tiempo felices al fin.

3 comentarios

Txus -

Xd de momento el único pamplonica que comenta es Ender, tendré que hacer más propaganda de partido xd. Y ya te dije copón de veces que para idear nuevos capítulos necesito dos cosas: Dos mentes perturbadas y una buena dosis de THC, si no hay de eso, no hay historia, cual poeta sin su musa.

mr don -

mm me referia al final del siguiente capitulo,ya vereis que gozada! :D

don xd -

comentar pamplonicas comentar,que nos hace ilusion ver vuestros comentarios.

ivor, venga, escribe capullo,que tengo ganas de leer otra historia.Puto final :D